La más atractiva para un hombre en una mujer son los ojos
Sade dedicó interminables obras a la afirmación de valores inaceptables: la vida, según él, era la busca del placer, y el placer era proporcional a la destrucción de la vida. Es decir, que la vida alcanzaba su más alto grado de intensidad en una monstruosa negación de su principio.